CHINAUTLA

EL BASURERO DE CIUDAD DE GUATEMALA Y LOS ARENEROS QUE DESPLAZAN AL PUEBLO MAYA POQOMAM  

FOTOGRAFÍA Y VÍDEO

Gianni Esposito

EDICIÓN DE VÍDEO

Victor Cabo

TEXTO

Marta Saiz

La contaminación y la extracción de arena amenazan al pueblo Maya Poqomam en Santa Cruz Chinautla, Guatemala, desplazando comunidades y poniendo en riesgo su patrimonio y sustento. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, un tercio de los ríos en América Latina, África y Asia sufren una grave contaminación patógena.

El río contaminado atraviesa Chinautla, en las afueras de Ciudad de Guatemala, mientras al fondo se observan las instalaciones del festival local.

Solo diez kilómetros al norte separan Santa Cruz Chinautla de Ciudad de Guatemala. En ese corto trayecto el río Chinautla se transforma en un vertedero. Dos tercios de la basura de la capital terminan en sus aguas. Cientos de kilómetros después desembocan en el Mar Caribe. Las aguas amarronadas y grisáceas se mezclan con trozos de tela rojiza y cartones de huevo en descomposición. Neumáticos y troncos arrastrados se asoman, formando pequeñas montañas en aquella cloaca gigante. En la ribera se acumula la basura. El olor es insoportable.

“La contaminación se hizo evidente en los años 90, cuando comenzó a llegar la basura de la capital”, dice Efraín Martínez, autoridad del pueblo Maya Poqomam. Los residuos provienen del basurero de la zona 3 de Ciudad de Guatemala, uno de los más grandes del mundo, que recibe más de dos mil toneladas de desechos diarios de gran parte de la capital y de otros 14 municipios. Aunque se proyectó como un relleno sanitario –un lugar donde los desechos se depositan y se compactan tras cubrirlos de tierra–, nunca se cumplieron las medidas adecuadas. Además de la basura, el río recibe aguas residuales de los drenajes de la capital y desechos de varios basureros clandestinos, agravando la contaminación, el impacto ambiental y poniendo en riesgo a más de 1.550 familias.

Martínez recuerda aquellos días en los que el río era cristalino, como un balneario natural. En 2019, la comunidad dio un paso decisivo al crear la Alcaldía Indígena, con el objetivo de retomar su autogobierno y proteger sus derechos. “Cuando el río crece, el olor es insoportable. Esto ha causado que muchas personas, especialmente niños y niñas, enfermen gravemente”, denuncia Olga Hilario, vocera de la comunidad. “Cuando llueve nos llegan desechos de fábricas, de hospitales y hasta de los cuerpos que queman en el cementerio”.

El agua está tan contaminada que ni siquiera puede utilizarse en la alfarería, una tradición ancestral que en 2013 fue declarada patrimonio intangible de la nación.

Vista aérea del río Chinautla, cuyas aguas recorren cientos de kilómetros antes de desembocar en el océano Atlántico. 

“La Ciudad de Guatemala se ha trasladado tres veces. Primero estuvo en el Valle de Almolonga, luego en Panchoy y, tras el terremoto de 1773, se estableció en el Valle de La Ermita, que es donde está actualmente y que era dominio del pueblo Poqomam. Desde entonces, el despojo ha sido constante”. Julio González es activista del Colectivo Madre Selva, organización ecologista con más de 26 años acompañando a las comunidades en la defensa de sus bienes naturales y sus derechos.

Madre Selva comenzó a trabajar en Santa Cruz Chinautla en 2010. Fue entonces cuando González observó la contaminación y las consecuencias del basurero y el mal funcionamiento de los drenajes, que empeoran con el crecimiento acelerado de la capital. También vio el impacto de las empresas areneras. La extracción de arena y piedrín socava el lecho del río, debilitando el suelo y aumentando el riesgo de desastres en esta comunidad ribereña. En épocas de lluvia, la falta de diques o muros de contención en las orillas provoca inundaciones de agua contaminada.

Esta explotación opera sin consulta previa ni control estatal. A finales de 1996, el Estado comenzó a extender licencias de explotación minera en la zona, sin contar con sus habitantes, saltándose el derecho a la consulta previa, libre e informada recogida en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificada por el Congreso de la República el 5 de marzo de 1996.

“Otorgaron las licencias por 25 años sin consultarnos. Además, es evidente la negligencia de los funcionarios que aprobaron estas concesiones: en un tramo de apenas 4 kilómetros hay seis areneras. Es decir, cada 500 metros hay una, a pesar de que los suelos son débiles”, denuncia Martínez. Aunque dos de esas licencias ya vencieron –la de Arenera La Primavera y Piedrinera San Luis–, ambas siguen operando cerca de las viviendas, poniendo en riesgo a la comunidad.

“Hace dos años iniciamos una resistencia pacífica para intentar detener la actividad de las areneras”, explica Hilario. Es así como todos los martes ella y sus compañeras se plantan frente a estas empresas. “El problema que enfrentamos es muy grave. La tierra está agrietada y las casas, al año de construirlas, ya tienen fracturas”.

Un hombre en motocicleta recorre el centro de Chinautla. La mayoría de los trabajadores están obligados a salir del municipio cada día para poder trabajar.

Paseos de diversión dentro del casco antiguo, en noviembre de 2024. En un contexto de abandono, se siguen las tradiciones locales. 

Personas cruzan el puente que conduce al casco antiguo de Chinautla, transitando por un paisaje marcado por la acumulación constante de basura. 

Un hombre llevando un neumático de camión a mano. La mayoría de las personas en este distrito están desempleadas y se ven obligadas a recoger materiales transportados por el río para venderlos o usarlos de otras maneras. 

En Chinautla, otro problema importante es el acceso al agua potable limpia. Muchos perros callejeros no tienen acceso a agua potable y recurren a beber el agua contaminada del río. La mayoría de los perros callejeros están enfermos y mueren rápidamente debido a los contaminantes en el agua.
Efraín Martínez, portavoz de las autoridades ancestrales de Poqomam, lidera la lucha por el autogobierno y la protección de derechos, organizando consejos y buscando apoyo internacional.
Camiones utilizados para el transporte público o para el transporte de arena. Estos vehículos contribuyen a la minería de arena incontrolada en Chinautla, operando sin la debida regulación o consulta previa con la comunidad.
Una barrera de neumáticos intenta frenar el derrumbe de la calle causado por el paso constante de camiones que transportan arena.
El interior de una casa afectada por el derrumbe del terreno.
Una familia afectada por el paso de camiones que transportan arena. Muchas casas en Chinautla están colapsando, y sus habitantes se ven obligados a abandonar sus hogares sin saber adónde ir.
Una barrera de neumáticos intenta frenar el derrumbe de la calle causado por el paso constante de camiones que transportan arena.

Según el Diagnóstico Ambiental que hace de la comunidad Madre Selva, es importante subrayar que las concesiones mineras situadas en los ríos Tzaljá, Chinautla y Las Vacas –los tres ríos que rodean el área de Chinautla– son las principales responsables de afectar a las comunidades, dado que la extracción desordenada del piedrín desencadena transformaciones en la morfología fluvial de los mismos.

“Esta situación es complicada porque la organización que atiende los desastres en Guatemala ha declarado el área de Chichinaula como inhabitable. Al designarla como zona roja, el propio Estado prohíbe cualquier tipo de construcción en el área. Es decir, la gente vive allí bajo su propio riesgo. Esto es significativo porque, en la medida en que el Estado abandona a esta comunidad, la está condenando a un desplazamiento progresivo”, añade González.

Para Martínez, salir del pueblo no es una opción. “Tenemos los títulos históricos que nuestros abuelos compraron. Estas siempre han sido nuestras tierras. Nosotros no nos oponemos a las empresas si estas respetan”. Junto a Madre Selva, la comunidad ha iniciado una serie de procesos para recuperar la dignidad del pueblo Poqomam.

Cerca del río, las tierras son estériles, agotadas por la actividad de los areneros y exhaustas por la basura que llega. El agua, que antes albergaba vida, hoy solo arrastra las sobras de lo que otros no quieren: botellas rotas y plásticos ahogados. A sus 58 años, Hilario aún sueña con ver el río que le describía su madre.

Una familia afectada por el paso de camiones que transportan arena. Muchas casas en Chinautla están colapsando, y sus habitantes se ven obligados a abandonar sus hogares sin saber adónde ir.

Río Chinautla, lleno de residuos de la ciudad de Guatemala. Dos tercios de la basura de la capital terminan en estas aguas, amenazando a las comunidades locales y al medio ambiente.

Chinautla, Guatemala, noviembre de 2024.