
EL SALADO
FOTOGRAFÍA
Edu León
TEXTO
Patricia Simón



JANIRYS TORRE
En los cuatro días siguientes, medio millar de paramilitares quemaron las casas, mutilaron y degollaron con motosierras y bayonetas, torturaron con destornilladores, empalaron con maderos, desventraron a mujeres embarazadas, violaron ante las parejas e hijos de las víctimas, obligaron a los supervivientes a cargar con los cadáveres de sus seres queridos. Un helicóptero les ametrallaba desde el cielo. Sesenta y seis personas fueron asesinadas, según el registro oficial. Varios miles consiguieron huir, algunas de ellas murieron de deshidratación en un penoso éxodo de días por unos montes desérticos.
Justo una hora después de que se marchasen los paramilitares, llegó la Infantería de Marina. Era sábado. La masacre había comenzado el martes, el miércoles empezaron a llegar al hospital de Carmen de Bolívar las primeras personas que consiguieron huir. Denunciaron lo que estaba pasando y nadie fue en su auxilio. Decenas de familias que habían tenido constancia de lo ocurrido empezaron a agolparse en la carretera de acceso a El Salado que permanecía cerrada. Querían ir a auxiliar a sus seres queridos y los soldados que la custodiaban no se lo permitieron.
ELY ESTHER CABRERA
Sin embargo, a pesar de los sucesos traumáticos vividos, las mujeres de El Salado no desfallecieron en su anhelo de vivir una vida en condiciones dignas junto a sus familias. Y si bien la discriminación que siempre padecieron las alejó del proceso de reconstrucción de su territorio y las anuló en los proyectos de desarrollo comunitario, decidieron conformar la Red de Mujeres Salaeras Resistentes en el Territorio. Desde este espacio garantizan su participación y reconocimiento como actoras necesarias para el diálogo político y la toma de decisiones en la construcción del desarrollo integral para sus comunidades. La Red se ha posicionado como una organización política que trabaja por la promoción y vigencia de las agendas de las mujeres en el territorio.